sábado, 26 de septiembre de 2009

149. La novela del tiempo - Capítulo 7

Después de lo expresado por Juan, se produjo otro de esos largos silencios como los que ya habían ocurrido más temprano donde cada uno intentó poner en orden unos pensamientos que ya se tornaban caóticos. Al rato, María dijo “¿les gustaría probar un rico postre?” “por supuesto que sí, María”, respondió Juan.
Un momento después llegaba María con unos platitos en los que se veía cerezas cortadas en mitades cubiertas con un poco de crema apenas batida y salpicadas con chocolate caliente.
El detalle, explicó María, era que las cerezas estaban maceradas en whisky y no en licor dulce como era la receta habitual. Enrique y Juan elogiaron sin reservas la creación de María, poniendo Juan cierto énfasis en puntualizar cómo algo podía ser, a la vez, tan simple y tan rico.
En el momento en que Enrique estaba terminando con las cerezas, sonó su teléfono celular. La conversación fue breve y lo más significativo que se pudo oír consistió en un “… claro, me había olvidado… era a las cinco, ¿no?... bueno, ahí estaré”. Luego de cortar la comunicación, Enrique comentó que se había olvidado totalmente de que era el cumpleaños de un sobrino que vivía en la ciudad de Avellaneda y que había quedado en reunirse con la familia para festejarlo. “Ocurre que arreglamos los detalles hace un mes y, como no confirmamos durante la semana, se me pasó… pero no puedo dejar de ir”, aclaró. Pero enseguida agregó: “lo que les pido es que no suspendan la reunión por mi culpa, ¿no?”, a lo que María respondió rápidamente: “No, claro… por supuesto, si Juan no tiene inconveniente…” a lo que Juan repuso, algo confusamente: “No, seguro… como vos lo veas, María.”
“Bueno, hay tiempo como para un cafecito… tenés un tren a las cuatro menos diez que te deja en Avellaneda en una hora”, dijo María dirigiéndose a Enrique, y agregó: “¿cómo les gusta el café?”. Juan lo pidió apenas cortado y Enrique, como premiándose por algo, con crema.
Como el balcón daba al oeste, el sol de las tres de la tarde ya inundaba la sala de María y producía un ambiente veraniego aunque sólo estaban en octubre. Juan aprovechó que María había ido a preparar el café para salir al balcón a obsevar nuevamente unas plantitas con flores que le habían llamado la atención más temprano. “¿Cómo se llaman estas plantas, María”, dijo en voz bastante alta como para que se oyera desde la cocina. “Mirá Juan, yo no entiendo mucho de plantas y donde las compro aparecen con un cartelito diferente cada vez… el más frecuente para éstas es ‘alegrías del hogar’, pero ponen a veces cualquier otra cosa…” respondió María también en voz alta. “Pues son muy lindas…” concluyó Juan.
Trajo María el café a la mesa acompañado por unas pequeñas galletas con gusto a nuez que comentó que ella misma había horneado y, como era de esperar, fueron elogiadas a dúo por Juan y Enrique. Pero el tiempo corría y en cierto momento le dijo María a Enrique que si salía antes de diez minutos podría llegar caminando a la estación y que lo acompañarían, a lo que Juan asintió con un leve movimiento de cabeza.
Salieron los tres del edificio y se dirigieron a la estación por el camino que les indicó María. Enseguida le dijo Juan que por la mañana habían ido a su casa por uno totalmente diferente y María tuvo que explicarle pacientemente que la extraña geometría de la ciudad de La Plata con sus numerosas diagonales permitía, a veces, trayectos inesperados que permitían ahorrar mucho tiempo. Llegaron a la estación unos minutos antes del horario de partida del tren. Enrique se despidió de Juan y María, subió al tren y se sentó junto a la ventanilla del lado del andén para un último saludo. El tren partió puntualmente.

13 comentarios:

Víctor dijo...

Yo calificaría este capítulo como "de transición"... pero Myriam seguro que ya se ha puesto nerviosa pensando que Juan y María se quedan solos, y en lo que esa circunstancia pueda deparar, jeje..

Roberto dijo...

¿Te parece que podrá dormir con la intriga de cómo continúa la novela...?

Myriam dijo...

¡Jajajaja! Miren, María se me hace tan, pero taaaaaan tranquila, que de seguro cuando se queden solos ella le va a mostrar las piruetas que hace su gato y le va a sacar una charola más, ahora con canapés de atún.

Y a todo esto ¿por qué María acepta quedarse sola con Juan si apenas lo conoce? eso no es de damitas, y ¿por qué Juan se queda si vino con Enrique y lo correcto sería que se fueran juntos?. Algo aquí no me cuadra. Tampoco tienen que terminar un reporte escrito de sus reflexiones ni nada por el estilo. O sea, no hay justificación para que Juan se haya quedado en la casa de María más a sabiendas que está sola. ¡Que personajitos tan más open mind!

Roberto dijo...

¡Ay Dios! A García Márquez no le pasan estas cosas...

Roberto dijo...

Ah, ¡me olvidaba!... qué bueno eso de los canapés de atún... tal vez lo use.

Víctor dijo...

Pues Myriam... porque si no se quedan solos en algún momento, ¡no hay posibilidad de romance!

Y seguro que el autor de la obra pretende atender tu petición inicial de que en esta obra hubiera TEMA..

Myriam dijo...

Pues si, pero imagínate: María no ha dado señales de que le guste Juan, Juan tampoco de que le guste María, Enrique nadamás se va y le pregunta a María si no hay problema que se quede Juan y la otra quizá por decente dijo que no pero igual no es algo que la haga sentir muy confortable, quizá crea que Enrique nadamás le enjaretó a Juan y se fue.

El punto es que yo creo que aquí el autor forzó las cosas, yo más que disfrutar el que pasará ya hasta me puse tensa de que vaya a suceder un silencio criminal entre los dos, quizá ya no sepan de que hablar, la verdad es que me preocupa que se sucite una situación embarazosa entre los dos.

Aparte, han estado comiendo todo el santo día, ya deben estar muy llenos de sus barriguitas como para protagonizar una verdadera escena de romance y antes tendrían que pasar al baño a asearse los dientes ¡uf, no! como que no veo muy romántico el escenario.

Ojalá que el autor nos sorprenda con algo y si es que se va a dar un romance que sea algo creible, tiene que estar justificada la trama... ¿y la máquina del tiempo? como que ya hasta se les olvidó.

Saludos!! jejejeje

Myriam dijo...

¡CAPÍTULO 8! ¡CAPÍTULO 8!

Roberto dijo...

Como ves, Víctor, se cumple lo que pusiste en el primer comentario: una de nuestras lectoras favoritas SE HA PUESTO NERVIOSA.

Saludos a todos desde Buenos Aires.

Víctor dijo...

Sí Roberto, esta chica está hecha un flan...

Vamos a ver Myriam, que no te fijas en los detalles... Juan se estuvo peinando y repeinando antes de entrar en casa de Maria (=quería estar guapo), y además dice que conoce a María (=ya sabe para quién quiere estar guapo).

Yo creo que, como bien dices tú misma, está a punto de producirse una situación EMBARAZOSA... jeje.

Myriam dijo...

Pero si mal no recuerdo, Juan reconoció a María hasta después que platicaron sobre el dichoso Congreso y tal.

Yo creo que Juan se peinó porque es un coqueto pues ni conocía a María y ya se andaba acicalando :)

Roberto, insisto que si se diera una escena romántica, más valdría que estuviera MUY bien justificada pues si en este momento yo estuviera en el lugar de María sería MUUUYYY exigente como para darle entrada a Juan jejeje.

Saluditos!

Myriam dijo...

¿Qué pasó con el Capítulo 8???????

No dejo de mirar el reloj.

Roberto dijo...

Víctor, creo que vamos a poner más NERVIOSA a la lectora asidua: te cuento que creo que tienes razón, la lectora asidua lee rápido y no repara en los DETALLES.