sábado, 3 de octubre de 2009

150. La novela del tiempo - Capítulo 8

Cuando salían de la estación, María propuso que siguieran un camino diferente para volver a su casa con el propósito de atravesar un muy bello parque arbolado que se conoce con el nombre de Paseo del Bosque, donde se encuentra el observatorio astronómico. Caminaban en silencio hasta que, de pronto, Juan le dijo a María que la conversación que habían mantenido más temprano tenía una gran trascendencia para él. Le explicó enseguida que esa trascendencia tenía que ver con el enfoque tan especial que ella le daba a los temas, prescindiendo de los detalles y yendo desde un principio a lo medular y esencial. Enfatizó esa afirmación citando de memoria la frase que ella había dicho al comienzo de la exposición sobre su punto de vista acerca de los viajes en el tiempo, aquélla que empezaba con “supongamos que el viaje en el tiempo es factible…” en la que con sólo nueve palabras ponía todo el tema de la factibilidad técnica y el fundamento científico del viaje en el tiempo en un claro segundo plano. María agradeció sonriendo con un “bueno, Juan, sólo traté de que quedara clara cuál era mi posición sobre el tema…” “Exactamente”, repuso Juan y agregó: “me parece que pusiste toda la problemática en su justa perspectiva y con lo que dijiste luego casi afirmaría que sentaste las bases de cómo debería ser una política científica razonable, en especial en un país como el nuestro donde el dinero no sobra.” “Puede ser… tal vez…” dijo María y quitando importancia al asunto, continuó: “fueron dos o tres ideas sueltas, Juan.”
En ese momento, súbitamente, Juan tuvo la certeza de que lo más significativo del diálogo de los últimos minutos era, en realidad, la forma en que María pronunciaba su nombre. No encontraba una descripción racional, pero sintió que había algo muy especial en ese detalle. Esto le produjo una cierta confusión mental pero rápidamente logró reorganizar sus pensamientos para intentar decir algo trivial como “¿notaste María que estamos a unas cuatro cuadras de donde se hizo aquel almuerzo en el congreso de fluidos…?” “ah, sí… el club Estudiantes de la Plata… ¿estará abierto ahora…?” dijo ella como sugiriendo visitarlo, a lo que Juan rápidamente respondió: “podemos ver…”
Cuando se acercaron a la antigua construcción que era la sede del club, no sólo obsevaron que efectivamente estaba abierta sino que también a esa hora de la tarde se encontraban allí varios grupos de personas tomando el té y conversando animadamente. “¿Entramos?”, dijo María, a lo que Juan respondió enseguida “Claro que sí, María…” pero pronunció su nombre de una manera levemente diferente a como lo había hecho anteriormente, lo que fue advertido inmediatamente por María.
Se sentaron en una mesa junto a un amplio ventanal que daba a la densa arboleda del paseo. Los árboles filtraban la luz de un sol que ya buscaba el horizonte, dejando pasar de cuando en cuando unos reflejos dorados que, de a poco, iban cambiando a matices que tendían al naranja y al rojo. Sólo pidieron té.

10 comentarios:

Myriam dijo...

¡Zaz!...

Víctor dijo...

Se ha desmayado... Myriam se ha desmayado.

Myriam dijo...

Si, deja me repongo porque caí en el piso con un golpe seco.

Pues hasta eso he de aceptar que son muy bien portados esos muchachos, pero ¡cómo comeeeen! me están empezando a dar retortijones en el estómago. En la obra yo noto claramente la profunda psicología del autor y sus cero problemas con el sobrepeso: ¡quén pudera comer tanto sin remordimientos!

¡Càpítulo 9! ¡Capítulo 9!

Myriam dijo...

Ya pasó casi una semana y sigo esperando ansiosamente el Capítulo 9 Roberto, podré dejar de actualizar mi blog, comer a mis horas o de entregar alguna tarea pero dejar de revisar si ya está el Capítulo 9 ¡Jamás! creo que no elegiste un buen momento para hacer una pausa pues estamos en el momento culmen de la trama.

¡Capítulo 9!, ¡Capítulo 9!

Roberto dijo...

Myriam, la promesa era de una entrega por semana, aunque a veces hubo más de una y cierta vez me demoré algo más. Así que:
¡ P A C I E N C I A
L E C T O R E S !

Myriam dijo...

El dìa de hoy me he dado otra vuelta por acá ¡y todavía no esta el capítulo 9! lo que si es muy cierto de esta novela es que SI HAY SUSPENSO ¡y de que manera!.

roberto buenosaires dijo...

Su cuento tiene suspenso. ¿Cual es la resolución?
¿Las pizzitas estaban envenenadas?
¿Enrique es un espia de la CIA que quiere averiguar la fórmula de las pizzitas o de la máquina del tiempo?
¿Juan dejó una bomba de tiempo en casa de Maria porque odia el amor oculto de María y Enrique?
Pronto necesito el final. No puedo dormir. ¡Ayúdeme!

Myriam dijo...

Yo apoyo esa idea de que Juan dejó una bomba de tiempo dentro de una de las pizzitas orillado por los celos que le despertó Enrique, pero ahora que empieza a conocer a María se ha arrepentido.

Yo tampoco puedo dormir.

Roberto dijo...

Bienvenido al blog roberto buenosaires. Espero que te interese la novela y también los demás párrafos.
Saludos cordiales.

Roberto dijo...

Calma Myriam, calma. Ya vendrá el nuevo capítulo.
Besos desde Buenos Aires.