martes, 1 de septiembre de 2009

140. La novela del tiempo - Capítulo 3



María bajó a recibirlos, besó a ambos y los llevó hasta el ascensor que los condujo al piso 11. Entraron a una sala muy luminosa en la que había algunos cuadros muy bien elegidos, muebles muy simples pero confortables y unos grandes ventanales por los que se divisaba el Río de la Plata. Les ofreció café o té o alguna otra cosa que quisieran y ambos optaron por café. Enseguida se los alcanzó acompañado por unas pequeñas jarritas con leche y con crema y unas galletas hechas por ella. Pronto la conversación giró sobre los sucesos de los últimos tiempos de María y Enrique que llevaban algo así como nueve años sin verse, aunque de tanto en tanto, se escribían; y, enseguida sobre Juan, de quien María no había oído hablar hasta la semana anterior. Sin embargo, en cierto momento, Juan se dio cuenta de que conocía a María, estaba seguro de haberla visto antes en alguna parte y se lo dijo de manera un poco brusca: "María, ¿vos sabés que me parece que te conozco de algún lado?", "¿de dónde podría ser Juan?, la verdad es que no me acuerdo", le contestó sin rechazar esa posibilidad y como invitándolo a hacer un esfuerzo de memoria. Juan no logró recordar en ese momento y le dijo que tal vez pudiera acordarse más tarde.
Enseguida la conversación giró hacia el tema que los había reunido y María propuso que cada uno hiciera un breve resumen de cómo veía la cuestión del viaje temporal, con el enfoque que creyera conveniente.
Comenzó Enrique diciendo que lo que él había oído y leído se podía resumir en cuatro puntos principales que pasó a enumerar enseguida.
"La factibilidad científica: todavía no estaba demostrada, pero tampoco estaba probada su imposibilidad, además era importante tener en cuenta que la investigación se relacionaba con áreas relativamente especulativas de la ciencia como agujeros negros y todo tipo de conexiones misteriosas en el espacio-tiempo.
La cuestión tecnológica: la secuencia de diseño, desarrollo, puesta a punto, y eventual operación de alguna clase de máquina o dispositivo que enviara cosas o personas al futuro, suponiendo que esto fuera posible, sería necesariamente muy compleja y con requerimientos energéticos fabulosos.
La cuestión financiera: los presupuestos estimativos rondaban cifras con un número muy importante de ceros.
La seguridad: la integridad del eventual viajero y del entorno de la máquina no estarían garantizadas en modo alguno."
Juan y María asintieron pero no realizaron comentarios.
Tocaba ahora el turno a Juan quien, mientras Enrique hablaba, había dejado vagar su mirada un poco al azar y había notado que en las paredes no solo se encontraban colgadas unas pinturas muy interesantes sino que también se veían, perfectamente enmarcados, dos pequeños textos impresos en color sobre papel blanco. No los podía leer porque estaban en el extremo opuesto a donde él estaba, pero le pareció que uno era un poema y el otro era un texto breve o, tal vez, solo una única frase larga.
En un tono algo menos técnico que Enrique, empezó diciendo: "Bueno, el tema desde mi punto de vista se los puedo resumir así:
Como ustedes saben hay mucha literatura sobre la posibilidad de viajes en el tiempo, desde literatura en sentido estricto, cuentos, novelas, digamos... textos de ficción pura, hasta literatura semicientífica o de divulgación y textos más serios que intentan una aproximación rigurosa al tema. Por supuesto, los textos más rigurosos y más fundamentados escapan totalmente a la comprensión de los que no somos especialistas en temas de cosmología, relatividad general o similares. Sin embargo, pese a no tener una inclinación por esos temas en mi tarea profesional, reconozco que siempre tuve una cierta curiosidad sobre la cuestión del tiempo. Podría reconocer que esta curiosidad comienza cuando en alguna materia de la carrera oí sobre la posibilidad de tratar a la variable tiempo como una coordenada más. Desde una visión ingenua se podría pensar, simplemente, que si es posible trasladarse a gusto sobre una coordenada espacial, por qué no lo sería sobre la famosa coordenada temporal.
Claro está que con los años se reconoce que lo de 'la cuarta coordenada' no es más que una manera de tratar de describir ciertas situaciones, experimentos o problemas por resolver, con un formalismo matemático elegante y útil a la vez. Pero... la imagen mental que se ha creado, puede persistir... y entonces es que uno puede volver a especular: por qué no será posible 'deslizarse por esa coordenada'. Casi diría que la propia sonoridad de la palabra 'deslizarse' sugiere la idea de que un mecanismo que permitiera hacerlo no debería necesariamente ser complejo, caro o inseguro. Pero, evidentemente, esto es tan solo una sensación y no el resultado de un razonamiento sobre bases sólidas. Entiendo que con esta charla les he dado, tal vez, la exposición menos científica de mi vida, pero espero haberles podido transmitir lo que pienso sobre este tema", concluyó Juan.
Ahora tocaba el turno a María quien sugirió un pequeño descanso no solo para que fueran reflexionando sobre lo que cada uno había dicho hasta el momento, sino también para que ella preparara algo más de café y sus invitados pudieran disfrutar del increíble paisaje que se observaba desde el balcón del departamento.

12 comentarios:

Roberto dijo...

Hey R, creaste una asimetría en el relato ... los personajes dejan de ser equivalentes, ya que las opiniones de María aparecerán en el próximo capítulo.
No se si estará toda la trama escrita, pero para los lectores ansiosos les recomiendo que lean Rescate en el tiempo (1999-1357) (del autor Michael Crichton, el mismo que parque juésico) Allí encontraran la forma en que se financian los proyectos científicos además de una novela medieval interesante.
Saludos.

Myriam dijo...

Coincido con Vieytes, creo que María ya la hizo mucho de suspenso y ya queremos saber que opina de todo esto, pues los puntos de vista de los dos amigos son muy respetables así que espero que María les aporte algo que les sea de utilidad.

Esperaré con nuevas ansias el Capítulo 4.

Roberto dijo...

Para Myriam y RobertoV:
¿No es natural que haya una asimetría y que María efectivamente agregue un enfoque novedoso a la conversación?

Una cosa que también es novedosa y que no le debe haber pasado ni a García Márquez es que los lectores comenten las situaciones por publicar entre sí y con el autor, ¿no?

Saludos cordiales.

Roberto dijo...

Para Myriam: Un detalle interesante es que a María todavía el autor todavía no la ha descripto (o descrito), salvo por la edad.
¿Cómo se la imaginarán los lectores?

Besos desde Buenos Aires.

Myriam dijo...

Jajajaja!! bueno, tu disculparás las críticas y los comentrios pero es por el bien de la novela si es que los quieres tomar en cuenta.

Pues mira que tampoco has descrito muy detalladamente a Juan ni a Enrique, bueno, a Juan ya medio nos lo imagnamos pero no estaría de más.

Mira, pues a María si, efectivamente me la imagino de unos cuarentaitantos pues con lo poco que ha aparecido a escena se nota que es alguien bien tranquila pues si hubiera sido algo menor yo me imagino que al verlos en su puerta hubiera brincado de gusto al ver a Enrique y quizá se hubiera deslumbrado al ver a Juan ¡seguro!, por otra parte si hubiera sido más joven hubiera mandado traer pizza o algo así con coca-cola fría para platicar más animadamente y no les hubiera dado café con galletas, ¡ah, pero recordé que era desayuno!, cierto.

Bueno, pues María quizá rubia, cabello corto y ondulado, estatura y complexión media, inteligente si, pero no muy dinámica. Así es como me la imagino.

Roberto dijo...

je je...
ya veremos...
Beso desde Buenos Aires.

Víctor dijo...

A mi eso de que Juan haya visto a María en algún lado y no recuerde cuándo... me sugiere que un viaje en el tiempo ya se ha producido en este punto de la historia, y que se nos revelará más tarde en el relato.

Roberto dijo...

Víctor, ¡¡qué interesante idea la tuya!! Es realmente buenísima. Ocurre que, en realidad, la novela va a ir por otro lado.
Pero, la verdad es que me hubiera encantado usar esa propuesta.

A estas alturas, te comento que tengo solo una idea general del texto, aunque ya perfectamente delineado el último capítulo, con las últimas líneas casi frase por frase, así que eso determina que no pueda aprovechar esa idea tuya que, te repito, me parece fantástica.

Pero... ¿quien sabe...? Lo voy a pensar un poco.

Saludos desde Buenos Aires.

Myriam dijo...

Creo que tu novela es adictiva, ya quisera leer el Capítulo 4, de hecho debería ser un capítulo diario para no dejarnos con la duda del qué pasará.

Incluso ya me están dando ganas a mi también de escribir algo... aunque de momento no sabría bien a bien sobre que.

Como sea, es mi deber moral clamar por el ¡Capítulo 4!, ¡Capítulo 4!

Ricardo dijo...

Querido Roberto, hace muchos años que nos conocemos y durante este tiempo siempre aprecié tu talento, el que se manifiesta en distintas áreas, como el de las ciencias duras, que son tu especialidad, pero también en economía, o en música, donde mostrás una particular sensibilidad. Pero esta vez me sorprendiste realmente al mostrar tus habilidades, también como novelista.
No tengo capacidad para juzgar una obra de este tipo, pero si el parámetro a considerar fuera el interés que me despierta lo leído hasta ahora, diría que la novela es muy buena, porque realmente logreó atraparme.
Nos vemos frecuentemente, pero aprovecho la oportunidad para decirte por escrito lo que usualmente no se expresa personalmente. En este caso, es que te aprecio profundamente como amigo.
Celebro esta nueva iniciativa tuya y espero que alcances como novelista el mismo nivel que en tus otras actividades.
Saludos.

Roberto dijo...

Ricardo, muchas gracias por tu comentario.
¿Así que te atrapó? Bueno, me pone realmente muy contento.
Un abrazo.
Roberto.

Manu dijo...

Muy bueno, Roberto.
Admito que pensé lo mismo que Víctor al leer sobre el recuerdo de María que tiene Juan. A leer el 4 se ha dicho!!!

Manu