sábado, 5 de junio de 2010

179. Pregunta - Segunda propuesta

Con respecto al interrogante planteado en el párrafo 178, les presento ahora el texto elaborado por Víctor (frecuente lector y comentarista de este blog) que nos escribe desde Madrid, España.

Recomiendo también leer su excelente blog: http://puravidaamigo.blogspot.com

Víctor, muchas gracias por tu colaboración.


Coincido con tu estimado amigo Jorge en la identificación del origen de todos los males sociales -el egoísmo humano-. Aunque mi análisis del problema es un poco distinto.
Creo que el egoísmo humano es una característica que procede justamente de nuestra naturaleza animal… del instinto que tenemos para luchar por la supervivencia del organismo vivo que somos.
Nuestra única diferencia con los animales es que en nosotros la naturaleza ha conseguido ser consciente de si misma, gracias a la inteligencia.
Si somos más destructivos que los animales no es porque seamos menos egoístas que ellos, sino porque actuamos igual que ellos, pero con una bomba (o un cuchillo, o un vehículo, o un balón, o un bolígrafo, etc…) en la mano.
El progreso y bienestar social son fruto de un razonamiento humano, del descubrimiento de que podemos obtener un enorme beneficio individual a medio y largo plazo si somos capaces de sacrificar nuestros impulsos a corto plazo en beneficio de la sociedad -representada, en el momento de realizar cada acto de sacrificio, por otro individuo como nosotros- (nosotros mismos circularemos más fácilmente por la ciudad si aceptamos el sistema de semáforos establecido, y consentimos esperar parados en un cruce frente a un disco en rojo, dejando pasar al individuo que encuentre el disco en verde aunque haya llegado más tarde al cruce).
Compartimos un instinto social básico con muchos animales. Pero a poco que pretendamos evolucionar como especie, aprovechando la capacidad de raciocinio de la cual disponemos, tenemos que superar el limitado marco que nos ofrece nuestro instinto social básico para avanzar hacia esquemas sociales más elaborados… que llegan a ser terriblemente complejos.
La dificultad -y el secreto del éxito- del progreso social, radica en que todos -o la gran mayoría- de los individuos que integran un grupo dado, sea capaz de interiorizar la necesidad de respetar las normas sociales establecidas. Para lo cual resulta imprescindible que el individuo perciba que tales normas son “justas”, percepción que debería producirse normalmente siempre que exista una igualdad de oportunidades para todos los individuos del grupo, y que cada persona obtenga un beneficio neto (mayores beneficios que sacrificios) de su integración en la sociedad.
Contestando a tu pregunta concreta: hemos evolucionado mucho desde la época de las cavernas, de esa época en la que cazábamos y recolectábamos como cualquier otro animal del planeta; si no hemos evolucionado hacia un estado de cosas muchísimo mejor del que habitualmente vemos, es porque no resulta nada fácil desprendernos de nuestra naturaleza animal y del instintivo egoísmo que conlleva.

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