Comenzaremos esta semana el año previo al bicentenario de la Revolución de Mayo y creo que sería el momento oportuno para que los argentinos nos pusiéramos a pensar seriamente cuáles son los caminos para que nuestro país progrese.
Como dice un gran amigo mío que voy a citar de memoria: PROGRESO es una palabra devaluada y poco usual en la actualidad, pero a principios del siglo 20 era ésta una palabra muy común aquí, había un Club del Progreso, un Café del Progreso y (agrego yo...) en el barrio donde vivía de pequeño había una calle Del Progreso y hasta un Mercado del Progreso.
Claro, en la Argentina de las primeras décadas del siglo pasado ese concepto no solo se nombraba sino que se veía por todas partes y, hasta puede decirse, se respiraba.
En el momento presente no hay duda de que pasar de la situación en la que se encuentra el país a otra mejor no es sólo cuestión de planes económicos o pequeñas mejoras aquí o allá o de que resulte elegido en las proximas elecciones tal o cual futuro legislador: en mi opinión habría que pensar en profundidad, nuevamente, los grandes sistemas que definen la administración, hacen posible el funcionamiento de nuestro país y, finalmente, concluyen por hacernos ciudadanos más felices.
Por supuesto, me refiero principalmente a Educación, Justicia, Seguridad, Salud, Economía, sin descuidar todos los subsistemas de éstos que se ocupan de los necesarias cuestiones de detalle. A esos cinco grandes sistemas habría que imaginarlos y construirlos nuevamente.
Se podrá aquí decir que cada uno puede tener ideas diferentes sobre qué hacer y que la ideología personal o de grupo puede teñir las opiniones. Sin embargo, creo que bastaría en un principio con observar qué cosas hacen los países que progresan. En el planeta hay unas dos centenas de países: grandes y pequeños, pobres y ricos, seguros e inseguros, aquéllos donde la gente es relativamente feliz y aquéllos donde eso no ocurre... la experiencia acumulada de los últimos siglos y los resultados obtenidos actualmente por cada país están disponibles a un click de distancia en Internet: bastaría entonces con usar inteligentemente esa información.
No soy político y, además, por el momento no llego siquiera a darme cuenta cómo todo esto se podría poner en marcha pero de algo estoy absolutamente seguro: HAY QUE HACERLO.
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Saludos cordiales para todos.